A partir del registro del cuerpo con un escáner portátil se pueden obtener imágenes que de otra manera no podrían existir: el escáner permite recolectar punto por punto, aplanando la imagen y con ello deformándola hasta transformar lo orgánico como lo conocemos en algo nuevo. El cuerpo puede volverse un límite desesperante con el que queremos romper porque nos queda chico para tanto que contiene. Al escanear mi cuerpo busco verlo tan de cerca que ya no lo reconozca. Quiero convertirme en un conjunto de formas orgánicas irregulares sin principio ni final, quiero relativizar la carne de la que estoy hecho.
Imágenes obtenidas a partir del registro de mi cuerpo con un escáner portátil.
Óleo sobre fibrofácil (35x50 cm)
Óleo sobre fibrofácil (35x50 cm)
El súbdito.
Cerámica, engobe y esmalte transparente.
17x17x10 cm
Vasija de carne.
Cerámica, engobe y esmalte transparente.
14x19x20 cm
En la misa en conmemoración al fallecimiento de mi abuela el cura denominó al Cielo como "la luz sin fin". Yo considero que si hiciéramos el trámite para beatificar a mi abuela debería ser inmediatamente autorizado porque sus características como persona desafiaban la lógica terrenal. De hecho, hace poco mi tía volcó por accidente lo que quedaba de sus cenizas y le jugó al 28 y al 56: el año de su nacimiento y La Caída. Apostó $300 y ganó $417.000. Su primer milagro.
Se llamaba Ethel, le decían Titina, falleció con 96 años y una lucidez intacta. Una mujer adelantada a su época, segura, inteligente y con una capacidad cautivante para narrar historias. Su muerte fue la primera muerte bella que experimenté. Pese al dolor que cualquier despedida conlleva, en un contexto en el que estamos rodeados de tragedia, hay algo que roza lo mágico en ser testigo de una longevidad plena, amorosa y saludable.
Esta pintura es un homenaje a ella y al impacto de su ausencia.
Óleo sobre fibrofácil (35x50 cm)
Detalles
"Una tarde le vino al alma el deseo de dar forma a una imagen del 'Placer que se posa un instante'. Y se fue por el mundo a buscar bronce, pues solo el bronce podía concebir su obra.
Pero había desaparecido el bronce del mundo entero; en parte alguna del mundo entero podía encontrarse bronce, salvo el bronce de la imagen del 'Dolor que dura para siempre'.
Era él quien había forjado esta imagen con sus propias manos, y la había puesto sobre la tumba de lo único que había amado en la vida. Sobre la tumba de lo que más había amado en la vida, y había muerto, había puesto esta imagen hechura suya, como prenda y señal del amor humano que no muere nunca, y como símbolo del dolor humano que dura para siempre. Y en el mundo entero no había más bronce que el bronce de esta imagen.
Y tomó la imagen que había formado y la puso en un gran horno y se la entregó al fuego.
Y con el bronce de la imagen del “Dolor que dura para siempre” esculpió una imagen del 'Placer que se posa un instante.' "
El Artista, Oscar Wilde.
Carbonilla y tiza pastel.
40 x 60 cm.
Carbonilla y tiza pastel.
60 x 40 cm.
Carbonilla y tiza pastel.
60 x 40 cm.
Carbonilla y tiza pastel.
40 x 60 cm.
Carbonilla y tiza pastel.
40 x 60 cm.
Carbonilla y tiza pastel.
60 x 40 cm.
Carbonilla y tiza pastel.
60 x 30 cm.
Carbonilla y tiza pastel.
60 x 40 cm.
Carbonilla y tiza pastel.
60 x 40 cm.
La muerte unifica la humanidad: todos y cada uno de nosotros nos vamos a morir tarde o temprano. Es el punto final que le da motor a nuestra existencia. Es una certeza y una incógnita al mismo tiempo. Es tal su importancia que no se reduce a una instancia biológica, no es únicamente un ente fugaz que aparece para arrebatar vidas, sino también una figura que puede instalarse de manera persistente, invadiendo y coexistiendo en el día a día.
Busco alejarme de una visión unidimensional de la muerte asociada exclusivamente al dolor. Me interesa representarla como una entidad compleja, capaz de generar también placer, deseo e incluso fascinación. ¿Cómo no va a resultar más atractivo que nunca lo desconocido de la muerte para una sociedad de individuos apáticos y sobreestimulados?
Imagino este universo como uno donde el placer y el dolor son las bases fundamentales y en el que habitan estos personajes grotescos, eróticos y extremos. La protagonista, esa figura que remite a La Muerte, es una representante del hedonismo que nos invita a unirnos a su culto. El vicio nos permite conectar con esos placeres primitivos que nos hacen sentir un poco más vivos, pero nos engaña al mismo tiempo. La sensación de vacío, el estímulo, el disfrute, el clímax, la bajada, la angustia, el vacío una vez más, y con ello la necesidad desesperante de repetirlo todo.
Tres jóvenes entran en el histórico Parque Lezama de Buenos Aires por la noche antes de volver a casa.
Al meterse en una glorieta todo cambia para ellos. Una historieta que explora lo terrorífico de lo eterno.
Tinta china. A4